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miércoles, 2 de octubre de 2019

LA ESCUELA DE DON DAVID

Aquel muchicho, en 1958, cambio de escuela, de pupitre y de maestro.Paso del edificio nuevo y soleado de los párvulos con mesas de Formica, redondas de 8 plazas y enseñanza mixta, al edificio de 1934 con pupitres dobles de madera de la escuela de D. David Sánchez con solo niños. En el fondo del aula le llamaba la atención un alargado pupitre de 5 plazas, una de ellas ocupada permanentemente por el inocente Nicolás, de 3 a 6 años mayor que los demás muchichos. Las otras plazas estaban libres habitualmente excepto cuando se castigaba un mal comportamiento. El maestro era de un pueblo cercano y casado con una chocera por lo que estaba muy integrado en la vida del pueblo. Era cazador. Pocos y difusos recuerdos le quedan a aquel muchicho de aquellos 3 cursos Recuerda que el primer día le sentaron con Arturo ( me lleva 4 días de edad y es el primer niño nacido en el 52, yo el segundo ). Recuerda un vergonzoso dia que dentro de la escuela se fue garras abajo y D. D. tapándose las narices le dio permiso para irse a casa a cambiarse, con la mala suerte de que su madre no estaba en ese momento en casa. Recuerda la frustración que le produjo el día de la visita de un Inspector de Educación : Para comprobar el nivel de los alumnos el inspector sacaba a la pizarra a algunos. Sacó a Pascual al que le mando escribir un número de 3 cifras, después salí yo muy ilusionado hasta que oí que escribiera el 87. ¡Qué desilusión! ¡Yo que me sabía los miles! ¿Me vería tan esmirriao como el número?. También recuerda la cartilla de ahorro del Instituto Nacional de Previsión en la que estuvo ingresando, cada mes o cada 2, de 5 a 10 pesetas durante 5 años y que 30 años después recuperó un devaluado capital de 800 pesetas. ¡Qué estafa! En aquel pueblo se confundía vacaciones con exámenes.A finales de junio me preguntaba el abuelo si me habían dado ya "los exámenes". El último día de cada curso era el día de los exámenes, que no eran tales, sino que era un pequeño acto en el que acudían a la escuela la mayoría de las autoridades municipales con algunos y variados utensilios escolares: lapices, gomas de borrar, sacapuntas pinturas, plumieres, libros de cuentos.......y el maestro nombraba por orden de aplicación a los niños que pasaban a elegir el regalito que más les convenia hasta el fin de existencias. Recuerdo un año que elegí un cuento " El sastrecillo valiente" a pesar de la insinuación de un concejal, amigo de mi padre,para que me llevará una cajita de pinturas "Alpino" que él consideraba de más valor. Aunque fuera del tema de mis recuerdos infantiles ( Hasta los 11 años) me pongo en el lugar de aquel maestro e imagino el sufrimiento que le produciría, unos 10 años después, la muerte por accidente de un alumno cuando regresaban de un paseo escolar y al cruzar la carretera lo atropelló un coche. Sólo comparable la amargura con la de la madre del niño,Silvina,y demás familiares.

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