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viernes, 8 de noviembre de 2019

EN CERRAO

En el trozo de cerrao que le compraron sus padres a la Señora Catalina, la madre del catedrático de Veterinaria, se hicieron la casa de Las Callejas en la que vivió aquel muchicho desde los 4 años. Antes habían vivido de alquiler, según le contaron, en la Calle de Santa Lucía en casa de Amparo cuyas puertas de corral daban frente a la tienda de la tía Paula y después en casa de la tía Isabel la Cartera, Viuda del antiguo cartero, el murciano Señor Benito Buendía,contigua a la de su abuela en la calle Vía Crucis. Recuerda el suelo de tierra apisonada de la cocina donde hacía "guas" par jugar a los pitones. Y el candil de aceite y torcida para alumbrarse. Fue la primera casa que se construyó, rodeada de más de media docena de cerrados que en tiempos eran sólo uno, de una familia rica y medieval: los Sances (Sanz). Sus límites iban de la calle Goya a la Avda. Zaragoza ( Barrio Nuevo) por un lado y de la Carretera a las Cerradas de encima la Zaica por otro. Este aislamiento hizo que durante una tormenta acudiera la chispa eléctrica que entró por la chimenea y rompió la Losa del fuego bajo de la cocina. Al poco tiempo se construyeron 3 casas más: La de mi abuelo, que luego heredaría mi tío Isaías, la de Manolo y la de Anacleto donde terminaba la calle cortada que daba entrada a las 3 casas. Para ir y venir al pueblo solo estaba la estrecha Calleja. Luego se construyó masivamente, y 15 ó 20 años más tarde se abrieron las 3 calles que cruzaron los cerraos desde la Carretera a Miguel Artigas: Hernán Cortés, Dr. Fleming y Joaquín Costa. Estos cerraos estaban rodeados por paredes de piedra de poco más de un metro y allí sembraban forraje para la caballerías que a veces se las veía pastando. En algunos como los de Atilano Olivas,el de los estanqueros o el del tio Ángel Garrón tenían dentro su era y su pajar. En 3 de ellos había también agramaderos en distinto nivel de conservación.

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